miércoles, 15 de mayo de 2013

Tips para tratar mejor la información en el aula




Lic. Rodrigo Lisarazú Borda

Las aulas son sitios en los que es posible descubrir, transmitir y/o desarrollar conocimientos.  Éstos, tienen una estrecha relación con el tipo de información que se despliega, rescata y trata, es decir, mientras mayor información de calidad rescatemos, analizamos, interpretamos y evaluamos, mayores posibilidades de lograr conocimientos verdaderos y útiles tendremos.
Entonces, el primer requisito para la obtención y el tratamiento de la información es la atención o predisposición a escuchar. Escuchar no es lo mismo que oír, oír es usar el sentido físico del oído, en tanto que escuchar implica un oír con la mente. El escuchar es indefectiblemente necesario para captar y comprender ideas relevantes, razones sobresalientes,  argumentos y procedimientos complejos.
Puede que sorprenda saber que la ciencia ya ha demostrado que la atención humana es menos eficiente en la medida en la que la persona se “concentra en varias labores”, un ejemplo de ello es que la posibilidad de un accidente de tránsito se incrementan cinco veces si el conductor está tratando de atender una conversación telefónica y/o escuchando música, ¿cuál será la probabilidad de “generar un accidente de comprensión” en el aula cuando no estamos prestando la necesaria atención a la información desarrollada? La respuesta no la sé, pero la experiencia me demuestra que los estudiantes que no prestan la debida atención tampoco logran una suficiente comprensión y/o aprendizaje.
El segundo requisito tiene que ver con pausar el desarrollo de la clase. Los seres humanos tenemos varios tipos de memoria, aquí me referiré a dos modos básicos: la memoria a corto y la memoria a largo plazo. La memoria a corto plazo se encarga de recolectar datos y, en tanto éstos sean verdaderamente importantes e interesantes pasan a la memoria a largo plazo. El problema en las aulas está en que muchas veces solo usamos la memoria a corto plazo y lamentablemente ésta funciona como lo hace la memoria ram de las computadoras, es decir, para retener un nuevo dato se limpia o libera datos anteriores que no han pasado a la memoria de largo plazo, entonces, en una clase no es de extrañar que pasados treinta minutos hayamos olvidado casi por completo lo que escuchamos en los primeros veinte. Por lo anterior, es importante pausar la clase y afianzar en la memoria de largo plazo las informaciones relevantes, la forma más productiva de hacerlo es dialogando (pensando en colectivo) y generando ejemplos sobre la información desarrollada.
Sin embargo en las aulas algunos docentes nos entusiasmamos en el desarrollo de la información y nos cuesta mucho pausar, por otro lado, muchos de los estudiantes temen detener el avance para solicitar ejemplos que afiancen la información en la memoria a largo plazo. La recomendación para los estudiantes es: en cuanto sientan que un dato no está siendo bien comprendido, se está disipando o se está iniciando el desarrollo de otro dato, ¡detengan sin temor el avance de la clase, anímense a pedir y a proponer explicaciones propias y ejemplos, aunque sean fallidos! Por otro lado, los docentes debemos ser pacientes con la asimilación de la información, tolerantes con las peticiones de ejemplos y sobre todo, no debemos tratar de responder a todo como si fuésemos enciclopedias, sino alentar al diálogo comunitario en el aula ya que la experiencia del diálogo (en cuanto encuentro de logos o razones) tiene muchas posibilidades de ser una experiencia que genera situaciones (ejemplos) interesantemente compartidas y es por demás cierto que lo interesante y compartido es muchas veces algo que se fija como memorable.
El tercer requisito consiste en el análisis, la interpretación y la evaluación de la información. En los laboratorios bioquímicos al analizar nuestra sangre se nos extrae una muestra (un todo) y a través procesos químicos se la descompone para estudiar sus partes, medir sus componentes, comprender y hasta evaluar el desarrollo de una enfermedad o el funcionamiento de un medicamento. En las aulas los estudiantes deben exigir el análisis o descomposición minuciosa de la información y a la vez deben animarse a interpretar, es decir, a explicar con sus propias palabras la comprensión lograda de los datos o información adquirida, para finalmente, evaluar la veracidad, utilidad y aplicabilidad de la información. Este tercer requisito es indispensable porque en ello nos jugamos nuestra formación académica y profesional, en otras palabras, el estudiante no debe esperar que el docente inicie estos procesos con la información, sino es el estudiante, responsable con su propia formación, el que debe exigir y disfrutar el profundo tratamiento de ésta.